BBVA, presidido por Francisco González, ha comenzado a comercializar productos de elevada complejidad a través de su red de oficinas.

Un ejemplo son los Contratos Financieros (CF), un activo estructurado en dos tramos, uno fijo con un cupón asegurado, y otro variable cuya rentabilidad final depende de la evolución en Bolsa de una cesta de tres valores, en este caso, compuesta por Repsol, BBVA y Telefónica.

En total, la entidad ha anunciado que quiere captar hasta 100 millones antes del 22 de septiembre, fecha en la que finalizará la venta. BBVA puede vender este producto a “todo tipo de inversores”, siempre y cuando suscriban “un importe mínimo de 20.000 euros”.

A través de un folleto registrado en la CNMV, se precisa que el capital de estos CF no está totalmente garantizado, a diferencia de los depósitos tradicionales, y tampoco están respaldados por el Fondo de Garantía de Depósitos. En abril, la CNMV publicó una nueva Circular enumerando activos financieros complejos, entre los que incluye este producto.

BBVA ha explicado el funcionamiento del producto: el primer tramo, el fijo, que supone el 95% de la inversión, ofrece una retribución fija del 1% con fecha única de amortización al 31 de octubre del próximo año. Es decir, si se invierten 20.000 euros, 19.000 se destinan al tramo fijo, equivalente al importe que se recuperará el año que viene, más un 1% de rentabilidad. El segundo tramo, por el 5% restante del nominal, se mantiene vivo durante más plazo, hasta el 14 de marzo de 2019, y ofrece un interés de hasta el 6% en función de la evolución de Repsol, BBVA y Telefónica en Bolsa desde la cotización marcada el próximo 30 de septiembre hasta el 9 de octubre de 2019.

BBVA resalta que el peor escenario que se puede dar es que alguna de las tres acciones se quede el último año por debajo del 90% de su valor inicial. En este caso, el importe total de este segundo tramo no se devuelve en dinero, sino en acciones.